Una verdad absoluta reconocida por muchas mujeres, y hombres tambien, que el goce sexual influye de manera trascendente en nuestra salud mental, y en la salud en general. Hoy en día nadie debería dudar de esa conexión elemental, sencilla y elocuente como uno mas uno son dos. Tanto es asi que una cantidad importantes de complejos, depresiones, frustraciones, baja autoestima, malestares físicos de diversos tipos están íntimamente vinculados a problemas sexuales o a una vida sexual insatisfecha.
Sin embargo, aun existen muchas mujeres que si les preguntara por su lista de prioridades, colocarían un sinfín de cosas relacionadas con el hogar, la familia, los hijos, o el trabajo, menos con ellas mismas y su sexualidad.
Todavía no aprendemos a valorar en su justa medida la importancia que tiene para nosotras. Por siglos se invento que la mujer fuera recatada, asexual, de su casa, servicial y complaciente, buena paridora, con abundante leche para amamantar. Un alud de puritanismos, tabúes y las enormes diferencias de género construyeron a una mujer madre ante todo, hacendosa dependiente y atenta a desvivirse sobre todo por su esposo y la familia.
La punta de esta larga madeja se pierde muy atrás; el control del cuerpo de las mujeres anulo hasta su erotismo. Todavía estamos sufriendo de esos males; estamos en una disyuntiva de ser buenas o malas, de ser sumisas o rebeldes, de ser santas o putas, a pesar de que hoy somos ingenieras, maestras, abogadas, licenciadas, doctoras, periodistas, bioquímicas, políticas, etc.
La respuesta sexual femenina es eso: femenina, privativa de las mujeres. Si bien las etapas son análogas a las de la respuesta sexual masculina, se diferencia de esta en muchos aspectos que ambos integrantes de la pareja deben conocer, aprender y recordar para lograr la máxima armonía y el máximo placer, algo a lo que toda mujer y todo varón tiene inalienable derecho, reconoce el sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff, en su libro “La mujer sexualmente feliz”.
Sin embargo, aun existen muchas mujeres que si les preguntara por su lista de prioridades, colocarían un sinfín de cosas relacionadas con el hogar, la familia, los hijos, o el trabajo, menos con ellas mismas y su sexualidad.
Todavía no aprendemos a valorar en su justa medida la importancia que tiene para nosotras. Por siglos se invento que la mujer fuera recatada, asexual, de su casa, servicial y complaciente, buena paridora, con abundante leche para amamantar. Un alud de puritanismos, tabúes y las enormes diferencias de género construyeron a una mujer madre ante todo, hacendosa dependiente y atenta a desvivirse sobre todo por su esposo y la familia.
La punta de esta larga madeja se pierde muy atrás; el control del cuerpo de las mujeres anulo hasta su erotismo. Todavía estamos sufriendo de esos males; estamos en una disyuntiva de ser buenas o malas, de ser sumisas o rebeldes, de ser santas o putas, a pesar de que hoy somos ingenieras, maestras, abogadas, licenciadas, doctoras, periodistas, bioquímicas, políticas, etc.
La respuesta sexual femenina es eso: femenina, privativa de las mujeres. Si bien las etapas son análogas a las de la respuesta sexual masculina, se diferencia de esta en muchos aspectos que ambos integrantes de la pareja deben conocer, aprender y recordar para lograr la máxima armonía y el máximo placer, algo a lo que toda mujer y todo varón tiene inalienable derecho, reconoce el sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff, en su libro “La mujer sexualmente feliz”.
1 comentario:
La mujer sexualmente feliz!!! frase para llevar en la mente, tengo una amiga que diría, una mujer bien cogida, es capaz de mantener al marido, si este la sube a las nubes y la derrite con su trato.
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